La triste y alentadora historia de un aficionado azulgrana en Acapulco.
HB Deportes
Por: Héctor Briseño.
Acapulco, Gro., (29/ago/2020). Don Javier Fernández Quintero, de 65 años de edad, prefiere los días soleados: la época de lluvias le evoca tristes recuerdos, el huracán Pauline, el 19 de octubre de 1997, le arrebató a su único hijo.
Es Identificado por aficionados al futbol como el máximo animador de diferentes clubes de futbol profesional que han desfilado en el puerto, seguidor leal del Atlante.
Hernández Quintero no pierde ánimos ni la alegría, mientras dedica sus horas a lavar carros para ganar el sustento en playa Papagayo. Siempre atento, cordial, dispuesto a debatir de futbol.
Anhela que pronto Acapulco cuente con un equipo profesional que haga vibrar las emociones.
Entrevistado bajo el cielo nublado y las lluvias que se han registrado en Acapulco los últimos días, Hernández Quintero recordó que su hijo Jonatan tenía seis años cuando la corriente de un arroyo se lo llevó, y no volvió a saber de él.
Relató que “el niño tenía seis años y es lo que más me duele, se llamaba Jonatan; yo me fui a trabajar muy temprano y mi esposa se quedó con él, en esa ocasión no estuve presente, entonces yo vivía en Costa Azul, en la parte alta”.
Hernández Quintero expresó que “ella fue con mi hijo a una tienda, había mucha gente formada, en un descuido que tuvo ella se le soltó el niño, se fue a jugar con otros, y cuando quiso encontrarlo le dijeron que se lo había llevado la corriente, por Praderas de Costa Azul”.
— ¿Usted nunca volvió a ver el cuerpo?
— No, jamás, se perdió por completo. Recuerde que el huracán Paulina se llevó a muchas personas, ya vio lo que pasó en el río del Camarón, se llevó a familias enteras, como sucedió en el terremoto del 85. — Rememoró con tristeza.
— ¿Cada vez que llueve siente nostalgia? —Se le pregunta al siempre animoso aficionado al futbol.
— La verdad sí, tengo mucho temor. Lo único que pido es que no vuelva otro huracán Paulina u otro huracán, es lo único que pedimos, para todo el mundo, no nada más para los mexicanos, pues todos tienen familia, a nadie le gustaría que haya pérdidas, y menos de una niña o un niño.
Pero no pierde la esperanza, el deseo de vivir, y el amor por Acapulco.
— Don Javier. —Se le comenta. —Usted es muy aficionado al futbol, no pierde la alegría y siempre impulsa a los equipos de futbol.
— Siempre he brindado mi apoyo, he estado con las Barracudas, los Delfines de Acapulco, Mantarrayas, Guerreros, Jaguares, me han dado mucha satisfacción. Pero sobre todo, por favor, envíe un saludo al Atlante que próximamente lo tendremos en la ciudad de México, el equipo de mis amores. ¡Vamos con todo!