Acceso a playa Revolcadero se reduce a un estrecho puente de madera.

 

Fotos: Carlos Jiménez Yamamoto.

 

HB Deportes

 

Acapulco, Gro., (23/jul/2024). Prestadores de servicios de la Playa Revolcadero pidieron auxilio de los tres niveles de gobierno, para garantizar la seguridad de visitantes y mantener la fuente de empleos, ante el endurecimiento y crecimiento de las olas, registrado los últimos dos meses.

 

 

La inusual intensidad del oleaje y la marea alta suscitadas las últimas ocho semanas en la playa Revolcadero, ha provocado que uno de los últimos accesos públicos de playa ubicados en la avenida Costera de las Palmas, a lo largo de unos siete kilómetros, en la zona Diamante de Acapulco, sea inaccesible para los turistas, que deben recurrir a alguno de los otros cuatro andadores que llevan a la franja de arena en esta área, apenas distinguibles en los mapas y entre las decenas de condominios edificados los últimos 30 años en este sector.

 

 

Para intentar sobrellevar las vacaciones de verano y unir el acceso principal de playa Revolcadero con la franja de arena, prestadores de servicios construyeron en cuatro días un puente de madera de unos 40 metros de largo por un metro de ancho, de aproximadamente dos metros de alto, sostenido por madera de pino, palma, postes de teléfonos reciclados, que se encuentran anidados entre rocas y bloques de cemento derruidos, que reciben el impacto casi permanente de las olas.

Ello, para que turistas, meseros, vendedores, masajistas, puedan acceder a un tramo de franja de arena, cuyo otro acceso se encuentra a alrededor de tres kilómetros y medio, en el circuito interior de la calle Las Palmas, hasta el hotel Princess.

Todas las enramadas que sirvieron como bocanada de aire para recibir clientes en la Semana Santa, han desaparecido.

 

 

Locatarios explicaron que el huracán Otis, que impactó Acapulco y Coyuca de Benítez en octubre pasado, ocasionó la modificación de los vados de arena, aunado al fenómeno de mar de fondo, lo que ha derivado en un periodo de oleaje alto e intenso cada vez mayor, inestable, con rachas de olas iracundas.

Para ingresar al puente de madera, los prestadores de servicios instalaron cartulinas con instrucciones: “No brincar”, “No se acerque al barandal”.

Niños, jóvenes, mujeres adultas, cruzan al otro tramo con sumo cuidado.

 

 

El cruce es tranquilo si no se voltea a la derecha, al lado del mar, mientras que a la izquierda está el muro de un antiguo condominio, aunque da un poco de vértigo el descenso por el costado de la franja de arena donde fueron instaladas algunas ramadas para atender a los turistas que se animan a cruzar.

 

 

Para mantener la seguridad, meseros, vendedores, restauranteros, vigilan diariamente el puente para garantizar la integridad de los paseantes.

El prestador de servicios Ricardo Genchi Vargas, del restaurante Gina, señaló que tras el paso del huracán Otis, el fenómeno de mar de fondo y la luna llena, el oleaje se ha incrementado de forma paulatina, y aunque si bien se trata de un proceso común y natural, este año ha sido inusitado.

 

 

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