Las lágrimas de Gastón Gaudio en Acapulco.
Foto: Abierto Mexicano de Tenis (2007).
HB Deportes
Por: Héctor Briseño.
Acapulco, Gro., (27/Jul/2021). Entre los sucesos que marcaron la primera etapa del Abierto Mexicano de Tenis en el puerto, cuando se disputaba aún sobre arcilla, se quedaron muy grabadas en mi mente las lágrimas del tenista Gastón Gaudio de Argentina.
Fue en el torneo de 2007 cuando la depresión que golpeó duramente al ganador del Roland Garros de Francia en 2004, se reflejó a su paso por canchas mexicanas, a un joven de 28 años que llegó a ocupar la quinta posición del ranking mundial en 2005: Al torneo de Acapulco llegó con ocho derrotas consecutivas y sin haber ganado en seis meses.
La mirada de Gaudio se perdía en un mar de tristeza en la diminuta sala de las conferencias, sin atinar a comprender qué le ocurría, mucho menos reporteros, quienes se miraban entre sí y cuestionaban qué pasaba con uno de los mejores tenistas de Argentina.
—Así no se puede. —Habrá comentado alguno contrariado.
Los tenis de Gaudio se arrastraban con pesar en el polvo de ladrillo, cada golpe a la pelota parecía pesar una enormidad. Sufría y él y sufrían sus seguidores toda esa contrariedad acumulada. Jugaba por jugar. Como resignado, sin importar si perdía o si ganaba.
Su victoria por lesión sobre el peruano Luis Horna en primera ronda, campeón de la edición anterior; su posterior triunfo ante su compatriota Juan Pablo Guzmán, emanado de la calificación, hacía pensar en la chispa de un renacimiento en Acapulco, algo así como el resurgimiento de los héroes en tierras guerrerenses. Pero el argentino se despidió sin más en los cuartos de final, tras perder ante el español Juan Carlos Ferrero.
En lugar de rencontrarse con su tenis, Gastón Gaudio en Acapulco debatía con su tristeza frente a reporteros y sus cámaras, recuerdo más sus manos jugando con sus dedos y su semblante sin esperanza.
—No sé qué me pasa. No puedo, simplemente no puedo. —Repetía quien parecía un escritor de tragedias del amor.
La aflicción lo perseguía.
Ahora lo entendemos.
Años después podríamos comprender la amargura de Gastón en Acapulco.
Todo hace sentido cuando atletas como la gimnasta Simone Biles de Estados Unidos, la tenista Naomi Osaka de Japón, hacen referencia a la salud mental, confiesan la presión, una especie de estrés incontrolable. También el miedo. La salida fácil y deseable parece ser la deserción de una competencia.
¿Cuánto cuesta una medalla?, ¿Vivimos un mundo sin lugar para los débiles?, ¿Exageran los atletas cuando hay conflictos realmente graves en el mundo?
Entrevistas concedidas a medios internacionales hacen referencia de la crisis que acosaba a Gastón Gaudio.
Aquí algunas frases que hacen sentido ahora:
“…hay veces que no tenés ganas, que estás cansado, que estás harto del tenis, y una vez que estás ahí hay cada vez más compromisos, más presiones, más sponsors que quieren que ganes…cada vez que perdés un partido que no debiste perder sale en la tapa de los diarios que perdiste con cualquiera. Eso es agotador…” (Página 12)
“Sentí como que me sacaban la cadena de preso. Después de 20 años haciendo lo mismo, llegó un punto en el que no soporté más la presión de la prensa, de tener que ganar, la adrenalina, el tener que viajar y no estar nunca en casa.” (La Nación)
“…creo que el psicólogo te puede ayudar un montón. Si tenés la posibilidad de pagarlo es una buena inversión; así como tenés un preparador físico, lo mismo tenés que hacer con la cabeza, porque de hecho en el tenis hay mucho más porcentaje mental que físico.” (Página 12)
El debate sobre la salud mental no es nuevo, aunque lo ocurrido en tiempos recientes pone el tema en la palestra, cuando atletas considerados de elite, humanos de acero, manifiestan adolecer de fortaleza en ese rubro.
A final de cuentas, en estos tiempos, ¿Quién no siente agobio, tristeza o depresión?
Referencias:
https://www.pagina12.com.ar/176071-roland-garros-va-a-quedar-para-toda-la-vida
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