Opinión: Lo que septiembre nos dejó, el riesgo de olvidar.

Foto:  Guitarra del cantautor Rodrigo González expuesta en Metro Pino Suárez (DF/2015), a 30 años del sismo del 19 de septiembre de 1985, que ocasionó su fallecimiento.

 

Por: Héctor Briseño.

 

Acapulco, Guerrero, México.

(30/sep/2017)

El noveno mes de 2017, año que ha transcurrido en forma aparentemente repentina, nos ha dejado una estela de innumerables y desbordantes sentimientos, la mayoría de tristeza, impotencia, dolor ante la desgracia, pero también de esperanza y grandeza.

Las obligadas reflexiones tienen que ver con la fuerza imponente de la naturaleza, y la duda razonable acerca de si la misma intensidad, surgida de una ciudadanía harta, agobiada, y un poco más libre en su pensar, es capaz de remover los resortes oscuros del poder que las gobierna, que nos gobierna.

Pero la esencia humana no es en definitiva, igual al entorno ni los impulsos del ambiente natural, ni siquiera comparables al menos, a los del planeta tierra.

 

Foto: Anden del Metro Tacubaya (DF/2015).

 

La Ley de Murphy.

Una ex directora de protección civil de Acapulco, golpeado en forma persistente por eventos naturales, señalaba que en dicha área se debe trabajar con el precepto básico de la ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.

Y así ocurrió, el mismo día 32 años después, de golpe, un 19 de septiembre, el destino nos recordó la vulnerabilidad a la que estamos expuestos, como un país que debe vivir en alerta permanente a la ocurrencia de sismos y otros fenómenos naturales, como tormentas, huracanes, marejadas y hasta erupciones volcánicas.

Pero la misma historia nos ha colocado en un nuevo punto de partida.

Los habitantes de la ciudad de México volvieron a dar muestra al resto del país de su grandeza, de lo que está hecha la raza de bronce a la que refiere José Vasconcelos.

Las muestras de organización espontánea, la resiliencia y unión conmovedoras, mezcla que hace soñar con un país mejor, cuando todavía circulan testimonios desgarradores y se dan a conocer nuevas historias de vidas que impactó el terremoto, del nuevo sismo del “19/S”.

La misma zozobra que aturde a la sociedad ante la advertencia de cada vez mayores riesgos naturales, es la misma que deberían sentir los miembros de la clase política en general, igual los del centro, que los de izquierda, derecha y hasta los llamados independentistas, e independientes.

 

Foto: Ciudadanos evacuaron centros comerciales en Acapulco tras el sismo del 19 de septiembre de 2017.

 

 

Un despertar, ¿es posible?

El sismo, o los sismos, el huracán, o las tormentas, los fenómenos recientes que han causado estragos en buena parte del país en los últimos meses, han contribuido a una especie de despertar de la comunidad, de aquellos que no se ven, pero que existen, que se cuentan por miles, y no solamente jóvenes, sino adultos, adolescentes incluso, hombres, mujeres, ancianos, ancianas.

La reconstrucción de la capital del país y entidades como Morelos, Puebla, Oaxaca, Chiapas, y Guerrero, podría representar la coyuntura que México y sus habitantes requieren para sembrar semillas de esperanza.

A eso ayudan las redes sociales, o tal vez no. Su impulso todavía no es medible y nada garantiza su fuerza auténtica, ni su lealtad.

Aún es temprano para garantizar que las estructuras más profundas de la sociedad también se cimbren.

 

Foto: Objetos de “Rockdrigo” González en Metro Pino Suárez (DF/2015), autor de “No tengo tiempo”,  “Distante instante”, “Préstame tu máquina del tiempo”, entre otros temas, quien falleció en el sismo del 19 de septiembre de 1985.

 

El ciudadano común, que se ha hecho fuerte a base de embates del entorno, ha resistido décadas de corrupción, siglos de sometimiento, de cadenas disfrazadas de democracia; es el mismo que se ha acostumbrado a soportar a una clase dirigente que en términos generales, ha sido incapaz de lograr el bien común al que economistas y sociólogos buscan definir como la meta a que aspira toda sociedad.

Ante dicha premisa, se corre el riesgo de olvidar pronto lo ocurrido.

¿Cómo se comportarán las nuevas generaciones en la era de la información?, sigue siendo un misterio, debido al vértigo que envuelve las relaciones sociales en la actualidad, salvo para quienes hayan vivido en carne propia la tragedia, cuyas cicatrices en consecuencia tarden en sanar, y para quienes se requiere ayuda urgente y la solidaridad de todos para salir adelante.

La primera prueba será vigilar que el dinero de la reconstrucción sea bien aplicado; y el reto, elevar la fase de la organización espontánea a la supervisión minuciosa del actuar de las autoridades y empresas constructoras.

Por ello debemos perdurar en el intento de no olvidar, de luchar y recordar cada acontecimiento que nos ha convertido en lo que somos, para aprovechar cada aprendizaje, y que la experiencia adquirida no sea en vano.

 

 

 

Héctor Briseño. Reportero.

 

 

 

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